PASION EN ROMA

Roma, 9 de la mañana del domingo 21 de Marzo. Esa era la la hora y el día marcado para disfrutar de la que ahora puedo considerar, como una de las pruebas más bonitas y espectaculares en las que he participado.

Mi dorsal, el 188, me permite ver la carrera como un privilegiado. Me han situado en la salida élite justo detrás de los top, un lujazo. A mis espaldas más de 15000 runners rugen bajo la mirada atenta del Colisseo Romano.

Suena la música, el speaker no pone cardiacos y una pantalla gigante nos muestra imágenes del gran Abebe Bikila que hace justo 50 ños lograba una de esas hazañas irrepetibles del deporte.

A las 9 salida para los participantes en silla de ruedas, donde vence Zanardi, exformula 1, que perdió sus piernas en un accidente de coche y ha vuelto al deporte para ser de la partida en Londres 2012.

5 minutos después, cuenta atrás y pistoletazo de salida. Miles de almas se ponen en funcionamiento.

Yo estoy bien, con ganas, animado. He disfrutado del viaje con parte de mi familia y eso se nota.

Mi ritmo previsto lo situo en torno a 3´50´´: creo que es un ritmo asumible ahora mismo para mi, por eso he arriesgado y he salido con mis zapas voladoras, con un "arreglo" de última hora en forma de plantillas para minimizar los adoquines de la ciudad romana.

Comienza la prueba y corro por delante, solo, tenía a l@s tops por delante por lo que no tengo problemas de espacio, todo lo contrario. Vamos tranquilos, controlado, corriendo en torno al tiempo que me he marcado. Como se que a mi compi Morilla le hacía ilusión ver mi gráficas, decido correr con su Garmin que me mantiene informado al segundo, paso un poco de él, pero sus vibraciones cada km me van avisando de mi ritmo. Sobre el km 10 ya empiezo a notar que algo va mal, mis pies comienzan a sufrir, los adoquines y mi invento en forma de plantillas de estreno (¡¡Pardillo!!) me están empezando a molestar. A partir del 15 ya me duelen bastante y no se como pisar, aguanto. Mi ritmo es muy cómodo y aunque me dejo caer de algún grupito mantengo el ritmo. En la 1/2 maratón empiezo a pensar: siendo optimista puedo permitirme ir perdiendo segundos sin problema. Mi objetivo es disfrutar, me repito.

Pienso en parar y quitarme las plantillas, lo reconsidero y pienso que solo puede empeorar, aguanto. Sobre el 30 aún mantengo el tipo y voy perfecto de caja. Ya voy sufriendo por el dolor que llevo. Sobre ese km empiezan los durísimos y largos tramos de adoquín, no hay un solo km que no los tenga. No se ya ni como pisar. Ya no hay cálculos, solo quiero ver pasar los kilómetros y por supuesto llegar a meta. El circuito es espectacular, el público, la organización, los mios me esperan... No pasa por mi cabeza la renuncia. Me van pasando corredores y es increible como me animan para que me pegue a ellos. No puedo, ¡Ojalá tuviera otros pies de repuesto! Los últimos kilómetros son duros, con tramos de subida, pero alucinantes. El final está cerca, ya oigo rugir al público que abarrota la llegada, la música...Rodeamos el Colisseo y afrontamos la recta de meta. No esprinto, solo quiero llegar. Delante mia algunos corredores celebran su sub 3h, es muy emocionante.

Mi tiempo final es de 2h 59´, magnífico para lo que he sufrido corriendo muchos kilómetros al tran tran. El Garmin marca 42´91 km, no me importa. Busco con la mirada a los míos, me acerco. ¡Ya estoy aquí! Me quito las zapatillas y la asistencia médica me hace las primeras curas en mis maltrechos pies, todo son amabilidades y ya empiezo a saborear lo realizado. Las cosas sufridas se valoran más. Lo demás, la ciudad, su gente... necesitarían mucho más. Por eso espero volver para disfrutar de sus calles. Hasta pronto Roma.