martes, 8 de noviembre de 2016

IRONMAN DE HAWAI (III)

El recorrido que he hecho muchas veces estos días por Alii Drive esta vez lo hago ya en competición. Estos primeros dieciséis kilómetros discurren por la zona donde se sitúan la mayoría de los alojamientos de los triatletas estos días. Está animado a ratos ya que la gente se suele agolpar en otras zonas donde los triatletas sufren más.

Pese a que discurren paralelos al mar la brisa marina que refresca yo no la encuentro por ningún lado. Miro como me pasa la gente o como corren algunos y algunas con los que me cruzo y me sale una mueca de disgusto que no pasa a mayores. Ya estoy más que mentalizado que hoy no es el día competitivo y me centro en poner un pie tras otro que ya es mucho. A la vuelta miro de reojo al Kona Sea Cliff,  el apartamento donde nos alojamos, suerte que no se me pasa por la cabeza entrar, pegarme una duchita con agua fresca y tirarme un rato en la cama porque quien sabe que hubiera pasado jeje. Sigo avanzando. A la altura del kilómetros 16 llega la famosa subida a Palani, donde familiares, amigos y seguidores de lo más variopinto animan sin parar. La mayoría de la gente camina para ahorrar algo de fuerzas para lo que espera. Yo avanzo al mismo ritmo porque más lento creo que no se puede ir. Ahí veo a mi compi Ricardo que me da ánimo y me alienta y me dice que voy bien (jajaja ¡¡¡¡Qué más quisiera!!!). Le digo que voy, que no es poco. Y le digo que en un rato nos vemos. Por ahí me cruzo con la gente que encara ya la meta. A mi me queda aún un buen rato de excursión hawaiana.
La maratón no es bonita, salvo la primera parte que es más amena, la Queen K y el Energy Lab son una oda al masoquismo. Sin sombra y con un calor y humedad asfixiantes. Si no vas bien todo se multiplica y lo que parece duro lo es más porque el tiempo y la distancia parecen detenerse.
No tengo yo esa sensación. No se me hace eterno pero la verdad es que tengo una mezcla de sensaciones, quiero pero no quiero terminar ya. Por aquello de no saber si volveré tengo una extraña sensación de que no quiero que termine. Por mi mente pasan muchas cosas y me acuerdo de muchos y muchas que han hecho que este largo camino hasta llegar a Kona haya sido enriquecedor. De los que más me han marcado en estos años no me olvidé, seguro.

Sentía cada gramo de energía que recibía desde la distancia y pese a que mis sensaciones no eran las idóneas en ningún momento nublaron el momento y pude ser plenamente consciente de donde estaba y lo que me había costado llegar allí. Tras pasar el Energy Lab el sol ya se estaba poniendo y ya sólo tenía en mente llegar a meta y llamar a los míos. Dar un abrazo a Ricardo que se había portado como un campeón aguantado el interminable día. Los últimos kilómetros recobro energía y ahí todos sacamos energías y parece que nuestros cuerpos vuelven a funcionar. Doy palmas a los que me las ofrecen, sonrio…ya quedan pocos metros. En la recta final ralentizo mi marcha, por aquello de que termine pero que no termine. Miro al cielo para agradecer a mi padre la energía que desde algún punto me ha enviado y me ha acompañado. Me paro, miro atrás y digo. Eso es¡¡¡¡ Eres finisher en Hawai. Mi sueño se ha cumplido. El tiempo es lo de menos aunque con el paso de las semanas es verdad que tengo la sensación de que debía haber sido de otra forma. Fue como fue y con todo lo positivo de la isla me quedo.
También en mi retina y en mi mente todo lo que no me ha gustado tanto. ¿Que si hay que ir? También ahí pienso diferente a cuando vine. Si puedes y quieres estar...A por ello. Y se tu quien saque sus propias conclusiones. Yo tengo ya las mías. Espero volver algún día, no se si la vida me permitirá que sea pronto o tarde o nunca más. Pero espero volver, ser competitivo y disfrutarlo también de otra forma. Mi sueño espiritual ya está logrado. Vayamos por el siguiente¡¡¡¡ Está ahí fuera, SEGURO.