… Poco
a poco fueron pasando las horas, piernas por lo alto, hidratación y buena
comida. Como con cada Ironman hay que irse a la cama temprano para tratar de
descansar. Mañana va a ser un día largo (cuanto de largo aún no me lo podía
imaginar). Quedo con mi compañero Julian en una hora para levantarnos,
tempranísimo como siempre. A las cuatro de la mañana ya estamos en planta: desayuno, recogida de bidones (yo había congelado los míos con la “ilusión” de
que aguantaran el máximo posible) y rumbo a esperar al autobús que nos llevará
hasta la zona de boxes.
Es muy temprano y la cara de la gente se mezcla el
sueño, la concentración, la tensión y la ilusión. Yo voy tranquilo, no es plan
perder la capacidad de sentir después de lo que cuesta estar aquí.
El
autobús nos deja un poco más lejos de lo habitual ya que la calle está cortada
en la zona de meta y aledaños. Nos bajamos y caminamos los tres, Julian,
Ricardo y yo. Ya queda poco para meternos en faena. Pasamos por el arco de meta
y mientras la miro me acuerdo de las finales de Champions y el mal fario de
mirar a la copa. Yo la miro y me despido de ella hasta dentro de un rato (“-No
pienses que no pasaré por ahí debajo después en¡¡¡¡¡ Nos vemos en un rato¡¡¡¡).
Ricardo y yo nos despedimos con un abrazo y ya entro en la zona de marcaje, hay
colas y es más lento de lo deseable, además yo soy de brazos peludos y el calco
de los números no se pega así que me tienen que pintar los números en el
antebrazo. De ahí a boxes. Pronto estaremos todos y todas luchando y soñando
cada uno con lo suyo.
Lleno las ruedas, que el día previo había desinflado
totalmente siendo previsor ante la posibilidad de reventones por el calor,
coloco los botes y compruebo que todo está en su sitio.
Suenan
los ritmos hawaianos y cuando menos se espera dan la salida tanto de los pros
masculinos como de los femeninos poco tiempo después. La batalla como cada año
promete ser épica.

Ya hay
gente repartiendo codazos, empujones y alguna que otra patada. – Hay que relajarse
chavales¡¡¡¡ Ya habrá tiempo de dar y recibir. Mi estrategia es la misma que
sigo siempre en el agua,: me coloco con gente más rápida, aguanto los
mamporrazos iniciales y después cruzo los dedos para tener el máximo de aguas
limpias para nadar…vamos a ver si está vez también sale bien.
Miro mi
reloj y casi cuento los segundos que faltan para el cañonazo inicial. Es todo
muy emocionante. Y cuando menos lo esperas, como siempre, estamos en faena. Dos
mil triatletas dando brazadas. El principio es difícil, mucha gente y poco
espacio para nadar. Recibo algún golpe sin intención y algún que otro
malintencionado aunque no les echo mucha cuenta. No me sofoco, estoy aquí para divertirme. Hasta que no
llegamos al punto de vuelta en el barco de Body Globe el grupo no se estira,
pese a todo es un gustazo nadar aquí... aguas transparentes y cálidas, peces de
colores, quien se queja es porque quiere.
Los
últimos metros cojo algún pie pero no es importante. Estoy nadando muy cómodo y
relajado. En 1h 10´ estoy ya camino de la T1. Para nadar sin neopreno, con poco
espacio y sin mucho esfuerzo no está mal. He decidido cambiarme de ropa en
boxes así que sin prisa pero sin pausa allá vamos.
La gente que sale entre 1h y
1h 15 es numerosísima por lo que el agrupamiento inicial en Alii Drive es
grande. Imposible en este momento separar tanta gente y de tanto nivel. Los
primeros 15-16 km
son así, hasta que comenzamos, tras la subida de Palani, a rodar por la Queen K
donde ya puedo coger ritmo y empezar a adelantar gente.
Tengo
buenas sensaciones y voy pasando gente. El plan
es estar en mis ritmos habituales de este año y guardar para la que aventuro
decisiva maratón. El viento en Kona es especialmente particular y creo que hay
que estar allí para poder comprenderlo en su justa medida. Es tan cambiante que
seguramente no seamos capaces de explicar de la misma forma donde soplaba en
contra, a favor o paralelamente. Yo ya conocía el circuito porque había rodado
en él a partes así que no esperaba grandes sorpresas. Como, me hidrato y realizo
mis rituales tal y como tenía programados, pero algo no funciona. No voy a gusto
y pese a que no tengo problemas musculares ni me siento agotado mi cuerpo no
funciona. Empieza a pasarme gente y sigo pensando en positivo. Suele ser
habitual pasar del todo a la nada y de la nada al todo en distancia Ironman así
que pienso que recuperaré sensaciones. El el giro de Hawi (sobre el 100) veo
que no va ser hoy el día y cambio el chip de carrera. Hay que llegar bien y ver
como vamos en la maratón. El viento es fuerte en contra, o eso me parece a mi,
y soy sobrepasado por mucha gente. Me centro en mi y intento recoger las energías
que desde el otro lado del mundo seguro que me están enviando. Empiezo a restar
kilómetros y al pasar a la altura del Energy Lab veo a los primeros que se están
dando cera de la buena. Vuelvo a mi mundo y me acerco a Kona ya donde me
esperan mis zapas y pienso en lo que viene esperanzado a la espera de ver que pasa. El calor me aplasta y la humedad es alta.
Es para todos, está claro, pero a mi me está hoy matando y está pudiendo
conmigo.
Suelto la bici, me calzo las zapatillas me hidrato y comienzo mi maratón.
Desde la primera zancada se que esto va a ser largo, muy muy largo. Sólo tengo una
cosa en mente, ser finisher, asi que no hay problema. Más tarde que temprano
llegaré a la meta y por el camino no me voy a lamentar ni quejar… daré palmas,
sonreiré, respiraré profundo, cerraré los ojos, todo vale para disfrutar.
La
maratón, casi como todo el Ironman se desarrolla en un circuito sencillo. Un
inicio de 16 kilómetros
por Alii Drive, subida a Palani, recta en la Queen K, Energy Lab y vuelta a
Kona. Sencillo y largo, muy largo.- Para mi lo será más (continuará)
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