Resuenan
los tambores, apenas hace unos minutos que ha amanecido y los primeros
triatletas empiezan a llegar a los boxes que permanecen en penumbra. En sus
alrededores voluntarios van y vienen acarreando vallas, dando carreras,
llamando por teléfono… ultimando cada detalle para no fallarles a ellos, los
grandes protagonistas.
Las caras afiladas de la gran mayoría delatan que la
preparación ha sido dura y concienzuda, una prueba como esta no se merece
menos.
Revisan
su material y bajan hasta el control acompañados por sus familiares y amigos
que quieren estar junto a ellos en este ritual.
Los
rostros curtidos de muchos denotan las mil batallas a las que se han
enfrentado. Muchas batallas, si, pero esta, como siempre, será especial.
Miradas
perdidas, conversaciones intrascendentes que tratan de demostrar seguridad…
todos albergamos alguna inseguridad, pero todos, si, todos, queremos en unas
horas respirar el ambiente mágico de la plaza de Zahara.
El
momento de la partida se acerca, nos abrazamos, nos besamos, nos deseamos
suerte, fuerza. Nuestros pies se están mojando en el borde del pantano y aunque
algunos se resisten, la hora ha llegado.
¡¡¡Comienza!!!
Parecía que no llegaría este momento pero comenzó. Cada uno
hace su carrera pero los primeros metros son intensos, el grupo se estira y los
mejores, aquellos para los que el tiempo es importante, se van alejando. Nuestra
lucha es otra, nuestra lucha es disfrutar de cada instante que nos depare la
prueba. Nosotros contra nosotros.
El sol comienza a calentar y acompañando al balanceo de nuestra cabeza
la imagen imponente del castillo de Zahara se muestra a nuestros ojos. Todo
trascurre con celeridad y cuando menos te lo esperas estás afrontado el sector
ciclista, transiciones rápidas, transiciones lentas, da igual, la lucha es la misma:
tu y tu bicicleta contra el viento, las subidas, las bajadas… tu y tu bicicleta
contra ti mismo.
Es
necesario recuperar nuestras pulsaciones y nuestro ritmo respiratorio, las
primeras rampas de Las Palomas están ahí, calma, ritmo sostenido, beber, pensar,
comer, recordar, todos tenemos instrucciones y consejos que no debemos olvidar.
Una
interminable fila de triatletas, todos respetando las distancias se esfuerzan
para superar las pendientes. Hemos estado aquí en otras ocasiones. no debemos cebarnos. El día es laro pero si no pensamos aún lo puede ser más.
Las últimas curvas se hacen duras pero ya está
ahí, vamos bien. Los pensamientos positivos hacen más llevaderos los esfuerzos.
La bajada ayuda a recuperar y las vistas de Grazalema y el aliento de sus
gentes nos hacen crecernos. “Sólo queda un tramo favorable y estamos en El
boyar”. Entre riscos continuamos avanzando, adelantamos a algunos triatletas a la
vez que somos también superados por otros. Nos animamos. Nos repetimos: “Esta
prueba es diferente”.
Ya no vamos
sobrados pero afrontamos con determinación el boyar. En el avituallamiento de
El Bosque hemos visto caras conocidas y hemos sentido su aliento y energía.
Empieza
a hacer calor, afortunadamente las previsiones de lluvia no se han cumplido. El
ritmo no es malo aunque ya no tenemos las mismas fuerzas que hace un par de
horas. Vemos ya la carrera a pie cerca. Sólo un esfuerzo más, ya estamos
arriba, dos minutitos de bajada y las Palomillas de un tirón. Ya no tenemos más
desarrollo que meter, vamos con todo. El sudor resbala por la nariz y resoplamos, pero ya estamos aquí. En la bajada hay que tener precaución. Acordémonos de los que nos esperan y seamos precavidos. Piano, piano se va lontano.
Bien, sólo
la bajada y a correr. ¿tendremos piernas? SI, las tendremos. Los pensamientos
positivos atraen las situaciones positivas.
Nos
calzamos, nos animamos, nos animamos. Los kilómetros van pasando, más rápidamente,
más lentamente, pero van pasando. Algodonales quedó atrás y ya vemos nuestro
objetivo cercano. Volvemos a pasar por los boxes que descansan de los ajetreos momentáneamente.
Los voluntarios animan, los acompañantes animan, los paisanos animan, nosotros
nos animamos. Ya estamos ahí, ya estamos ahí.
Con el
paso del último avituallamiento está hecho. Nos miran y nos dan el último “empujoncito”.
“¡Vamos, que ya lo tenéis!”.
El último
esfuerzo es duro, muy duro. Nadie dijo que sería fácil. Podemos sentir la meta,
no la vemos, pero está ahí.
El griterio
no nos deja oir. Sólo pensamos en que ya lo tenemos ahí. Pensamos en todos y en
todo. ¡SOMOS TITANES! Ha merecido la pena. Lo demás es historia.
¡¡¡¡¡Gladiadores
a por ello¡¡¡¡¡
Lolo,
Esther, Alberto, Javier, Pablo, Ricardo. ¡¡¡¡A por ello!!!! El trabajo está
hecho.
3 comentarios:
bonitas palabras de un mister.
Alberto.
Menuda inspiración!!!
Muy bueno! Bonitas palabras que resumen mucho.
Grandísima entrada. Me he sentido ahí con vosotros. Algún día, cuando vuelva a mi tierra, haré este triatlón.
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